Ultimátum a la Tierra (2008)

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No voy a hacer aquí comparaciones del ‘Ultimátum a la Tierra’ de Scott Derrickson con su fuente de inspiración, la película cincuentera de Robert Wise, porque, primero, han pasado 57 años y el cine ha cambiado brutalmente desde entonces (muchos todavía ni habíamos nacido), y, segundo, porque esta versión de 2008 carece absolutamente de los elementos identificadores de aquel clásico de ciencia - ficción en el que se basa que la hacían especial. Son dos películas completamente distintas.

Me olvido entonces de que esta cinta es un remake, y la valoro tal cual como es. ¿Y cómo es?. Un plomazo de largometraje. Y el plomo que lleva encima no es extraterrestre, es de este planeta. Y se llama ‘FX’. Es el mismo que utiliza Hollywood para envolver el 95% de los blockbusters que sacan de fábrica vacíos de guión, carentes completamente de alma y de corazón.

Sólo me faltaron unos cuantos bostezos para exteriorizar el sopor que empecé a notar después de los primeros cuarenta minutos. Con una introducción innecesaria, el pésimo guión poco esforzado de David Scarpa nos trae un rollo ecológico, de mensaje moralista barato y oportunista, que justifica la llegada a la Tierra del protagonista extraterrestre de la historia, Klaatu (Keanu Reeves), que aterriza en nuestro planeta para meternos el miedo en el cuerpo, proclamándose ‘amigo de la Tierra’ (literal, no de los humanos), y trayéndose a un colega gigantón llamado Gort (con pinta de estatuilla mastodóntica de los Oscars), diciendo que somos muy malos con el medioambiente y que nos van a exterminar a mogollón, cuando los propios instintos humanos son infinitamente más nocivos para la ’salud’ de este planeta.

El ilusionante arranque de la película cuenta con una minitrama inquietante, lo mejor de la cinta, con la que realmente sentí que cuando saliera de la sala me encontraría en mi barrio una de esas bolas tan molonas que tenían estos alienígenas entre nosotros. Sin embargo, una vez revelado el origen de Klaatu y las intenciones con la que habían llegado en su deslumbrante canica gigante, el filme entra en una espiral de aburrimiento, con la ejecución de su misión destructiva, que casi me deja dormido.

En ese punto el metraje comienza a correr descabezado, acumulando imágenes de entrelazado desconcertante, contradictorias, intranscendentes, llenas de efectos especiales de grandes dimensiones pero requetevistos (y hasta plagiados de otras cintas), alargando los minutos hasta hacerse tediosa. Y, además, cualquier intención de darle seriedad a su mensaje catastrófico se desmorona con la demostración de prepotencia, incompetencia e imbecilidad del ejército USA y de su Secretaria de Defensa Regina Jackson (Kathy Bates) para parar tamaña destrucción, una crítica feroz a las instituciones políticas y militares de EE.UU. que hacen caer a la película en el mayor de los ridículos.

Y para rematar el despropósito tenemos el final del largometraje, que destroza a saco todo ese mensaje concienciador que intentaban meterme con la consistencia de un flan. ATENCION SPOILER ¿Cómo es posible que por la reacción sensiblera, circunstancial ante la amenaza extintiva, de unos insignificantes terrícolas de USA, la Doctora Helen Benson (Jennifer Connelly) y su hijo Jacob (Jaden Smith), de entre más de 6.600 millones de criaturas que poblamos el planeta, Klatuu decida cambiar de idea y no darnos matarile?. FIN DE SPOILER.

Pero por una nimiedad, unos pequeños sentimientos y palabras expresadas bajo condicionante extintivo por, insisto dos personas entre miles de millones de terrícolas ATENCIÓN SPOILER quedamos redimidos de un exterminio seguro. Puestos a revisar sin respeto alguno a clásicos cinematográficos lo que procedía aquí era la destrucción total de la Tierra por parte de estos extraterrestres, y para no rayar a la peña, y puestos a dar ideas, que se llevaran muestras de la raza humana desaparecida, y ahí cabría la doctora y su hijo FIN DE SPOILER.

Del apartado interpretativo preferiría no hablar. Keanu Reeves se marca un papelón (nótese la ironía) porque es lo único que sabe hacer: poner cara de palo. Con eso, y cuatro frases mal contadas que le han reservado en el guión, se planta a lo largo de la película con una actitud igual de amenazante que un cuchillo de plastilina. Y no tiene excusa de que el papel es así, porque hay actores que con sólo su mirada acojonan.

Jaden Smith es evidentemente un pegote colocado en la producción por papi Will y aceptado por la Fox ; sí, vale, sabe llorar muy bien, pero no es suficiente. También hay niños actores que sin hablar te derriten. Si lo único que pretende su poderoso pater es buscarle las habichuelas, me parece muy lícito, pero todavía le queda bastante recorrido para enamorar.

La única que salva este apartado es Jennifer Connelly que, a pesar de su alarmante delgadez, salva muchas de las escenas de la película, salvo cuando la emparejan forzadamente con Jaden por pura necesidad, para obligar a generar ATENCION SPOILER ese motivo tan determinante para salvarnos de los efectos de la invasión alienígena FIN DE SPOILER.

De los rídiculos personaje de Kathy Bates y Robert Knepper, y del esporádico de John Cleese mejor no mencionar nada.

Un detalle para terminar que demuestra a lo que juega hoy Hollywood: es indignante la descarada introducción de publicidad indirecta en el metraje. No podría llamarla ni indirecta, porque que te planten en todo el careto, a trallazo, los logotipos de McDonalds, Pioneer, LG y Citizen no es precisamente hacer promoción subliminal de los patrocinadores del filme. Ahí sí que me sentí ‘invadido’, nunca mejor dicho.

Que uno saque la conclusión de que ‘Ultimátum a la Tierra’ es de esos filmes de ver y olvidar no le hace un favor precisamente.
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